María de Buenos Aires, Opera de Strasburgo
María de Buenos Aires, Opera de Strasburgo
Por Claudio Larrea
Llovía esa tarde en Buenos Aires y de pronto, gracias a unos acordes del bandoneón de Astor Piazzolla, la ciudad cobró sentido ante mis ojos. En ese deambular que me provocó la melodía y que marqué con pasos a ritmo de tango, comprendí que era de aquí, que no existe “otro lugar”.
Es en este punto del planeta, lleno de espejos infinitos que reflejan sus bellas imperfecciones, donde inicié mi primera etapa como artista llamada “El amante de Buenos Aires”. Retraté sus palacios, sus regias construcciones Art Decó para luego adentrarme en una nueva ciudad oscura y sombría que llamé “República de Waires”, mezcla de Weimar con Baires.
La “casualidad” quiso que mi vida se cruzara con la de Astor Piazzolla y me mudé al departamento de su primera etapa porteña, en el barrio de Balvanera, cerca del Congreso, donde compuso “Tango” junto a Jorge Luis Borges y la inefable “Milonga del Ángel”.
“Un castillo en el aire…“, así definía Astor a su hogar con extraordinarias vistas a la ciudad. Ellas fueron la inspiración imprescindible para crear melodías ltisonantes, esas mismas ventanas que me brindaron la posibilidad de volar como un ave inquieta por los cielos de una metrópolis mestiza, mezcla de reina y vagabunda.
Quien conoce a Buenos Aires comprende a Piazzolla con sus melodías dulces y sus compases ásperos.
Así fue que la obra fotográfica plasmada en “María de Buenos Aires” es el resultado de mi gran amor por esta ciudad y la música de Astor.
Esa conjunción sentimental me lleva a un mismo punto: mi “corazón-Buenos Aires”.
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